Cuatro años después de la emergencia global, el COVID-19 “aún es una amenaza”: OMS
Pese al descenso de muertes por COVID-19, que se sitúa por debajo de las 4 mil semanales desde mediados de 2023, esta enfermedad sigue constituyendo una amenaza global por cuestiones como el síndrome post-covid o las posibles mutaciones, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La experta Maria Van Kerkhove, quien lideró en el seno del organismo la lucha contra la pandemia, subrayó la necesidad de no bajar la guardia, en un seminario celebrado cuando se cumplen cuatro años desde que la propia OMS declarara la emergencia internacional por el coronavirus, el 30 de enero de 2020.
“No estamos en la crisis sanitaria que vivimos en 2020 y los años siguientes, incluso no estamos en la situación de 2023, pero el COVID-19 sigue siendo una amenaza global y aún hay que trabajar mucho para reducir los casos graves y las muertes”, subrayó la experta estadounidense.
En la cuestión del postcovid, todavía no del todo estudiado, los cálculos de la organización indican que aproximadamente un 6 por ciento de las personas que han pasado la enfermedad evidencian tener este síndrome, que puede tener todo tipo de síntomas ya que puede afectar en diferentes órganos según el paciente.
La jefa de la unidad técnica para la gestión clínica en la OMS, Janet Díaz, recordó en el seminario que algunos de los síntomas más frecuentes son dificultades respiratorias, fatiga o desorientación, y subrayó que suele darse más en mujeres que en hombres, y en personas adultas antes que en niños.
También se ha comprobado su mayor incidencia en personas con condiciones crónicas, y en aquéllas que tuvieron que ser hospitalizadas cuando tuvieron COVID-19, indicó.
El síndrome postcovid pueden durar una media de nueve meses para quienes sufrieron formas más graves de la enfermedad, tiempo que se reduce a cuatro meses en los casos menos severos, y puede haber síntomas persistentes durante un año en un 15 por ciento de los casos estudiados.
Van Kerkhove subrayó que la OMS ahora tiene menos información sobre la incidencia real del COVID-19 “ya que muchos países han integrado su programa contra la enfermedad con las estrategias contra la gripe”.
Ello “es un síntoma positivo” de normalización, reconoció, aunque resta visibilidad al COVID y obliga a la OMS a depender, por ejemplo, de los análisis de aguas residuales en diversas localizaciones, con los que se ha apreciado que la incidencia real del coronavirus podría ser en algunos casos hasta casi 20 veces mayor a lo que arrojan las cifras oficiales.
Actualmente, agregó la experta, la variante de coronavirus más abundante en el planeta es la JN.1, observada en un 80 por ciento de los casos secuenciados, con unas bajas tasas de casos graves y mortales, de manera similar a otras variantes de los últimos dos años, aunque todas ellas pueden causar formas severas de la enfermedad, advirtió.
Las vacunas, indicó, siguen probando ser eficaces contra formas graves de la enfermedad, incluso aquéllas basadas en las primeras cepas del virus, después de que se hayan inoculado en el planeta 13 mil millones de dosis.
En el seminario se recordó que sólo en 2021 se calcula que estas vacunas ayudaron a salvar 14 millones de vidas.
La cuestión del acceso a las vacunas en las naciones menos desarrolladas se ha resuelto en parte pero aún hay brechas, advirtió, para recordar que en los países más pobres solo un 4 por ciento de los adultos y un 8 por ciento de los sanitarios han recibido una dosis de refuerzo.
La responsable de la OMS recomendó a las personas mayores y colectivos de riesgo que examinen la posibilidad de vacunarse cada seis o 12 meses con dosis de refuerzo, y a la población general le transmitió los mismos consejos que repitió durante la pandemia:
“Busquen atención médica si lo consideran necesario, quédense en casa en caso de enfermedad, lleven mascarilla en espacios cerrados, lávense las manos con regularidad, cúbranse al toser o estornudar, mantengan distancia y examinen el estatus de su vacunación contra el COVID y la gripe”, recordó.
Las estadísticas de la OMS han registrado desde finales de 2019 774 millones de casos de COVID y 7 millones de muertes, aunque estas cifras son conservadoras y las reales podrían ser mucho mayores (el exceso de mortalidad en el mundo durante ese periodo a causa de la enfermedad se calcula en casi 29 millones de fallecimientos).
“Ha sido para muchos de nosotros el periodo más difícil e intenso para nuestra vida profesional, pero ha sido impresionante cómo el mundo se unió para enfrentarlo”, reconoció Van Kerkhove.
Con información de EFE / López-Dóriga Digital.